El trozo de la vida que hoy nos regala el comodoro Cano es la conmovedora relación de sus experiencias, en el aire o en la tierra, que protagonizó o que fue testigo presencial, entre 1962 y 1966. Como los movimientos ascendentes de una sinfonía, la cumbre está representada por el más trascendente de los hechos descriptos, el histórico doble vuelo transpolar que, al mando del vicecomodoro Mario L. Olezza, se realizó en el C-47 TA-05, acompañado en formación hasta el Polo Sur por los Beaver P-05 y P-06, en uno de los cuales volaba el autor, en noviembre de 1965. Con un registro coloquial, el libro cuenta los aspectos cotidianos de la lucha por participar en lo que Cano denomina la gran aventura.
Del mismo modo, describe la vida diaria de esa comunidad tan particular que son las dotaciones de las bases antárticas a la que brega por integrarse. Pero antes de empezar, como un buen aparcero sentado junto al fogón, Cano contextualiza su historia. Con prolija y fundamentada información, resume los antecedentes de la conquista por tierra y por aire del Polo Sur y se autorretrata con pinceladas tan certeras que, al terminar los antecedentes, no queda ninguna duda del perfil psicológico del personaje con el que se va a encontrar el lector.
Y es sobre todo allá, donde está la réplica que busca. Allá, donde los día-noches, a veces, son interminables pruebas a la integridad moral de las dotaciones de las base; y las noche-días, desafíos constantes a la convivencia de un puñado de seres humanos confinados entre las estrechas paredes de un tambucho. Allá, en la infinitud desolada de las planicies heladas, jugándose la vida al mando de un Sno Cat o piloteando la frágil estructura de un monomotor Beaver a través de las traidoras nubes de agua en sobrefusión. Allá, donde los hombres rudos y barbados, cubiertos con los más pesados trajes antárticos que se hayan inventado, se sienten más desnudos e inermes que un bebé recién nacido. En fin, en todos los allá que un lector adiestrado pueda imaginar, el autor encuentra el sentido de su humanidad, el secreto de la fuerza espiritual del individuo de aquellas comunidades tan particulares, donde el apoyo incondicional del camarada-hermano posibilita la supervivencia colectiva y el logro de las metas más difíciles.
El Valor del miedo del vicecomodoro Olezza fue la obra literaria post-mortem que reveló a sus compatriotas la verdadera dimensión del esfuerzo creativo y volitivo que puso en marcha un proyecto que importó para las alas argentinas la apertura de la ruta transpolar. Todo comenzó en Upsala, será el complemento ineludible para entender la componente humana de esa conquista que trascendió con creces los límites geográficos de nuestra Patria.
Texto - Prólogo; Com. Oscar Aranda Durañona.
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