martes, 2 de octubre de 2012

Fuerza Aérea Argentina "100 años sirviendo a la patria"

                                                                     

por Fernando Benedetto.

Con la creación del aeroplano a principios del Siglo XX, Francia fue la primera nación en reconocer y poner en práctica las capacidades militares del mismo, siguiéndola Alemania, Inglaterra, Rusia, Bélgica, Italia y los EE.UU.

La Argentina nunca estuvo al margen de los adelantos y muchos en el ámbito militar estaban recién viendo la luz; el comienzo del Siglo vino de la mano de una catarata de innovaciones que el mayor retirado Arturo Luisoni fue de los primeros en visualizar. Éste, junto al barón Antonio De Marchi, impulsaron una colecta popular para la adquisición de un dirigible, entusiasmando al Ministro de Guerra, general Gregorio Vélez quién, tras los éxitos obtenidos por la aviación en la guerra ítalo-turca, recomendó que la adquisición se centrara preferentemente en los aeroplanos.

El entusiasmo fue generalizado y rápidamente, el 19 de julio de 1912, se creó la “Comisión Central Recaudadora de Fondos Pro-Flotilla Aero-Militar Argentina”, recayendo la dirección de la misma en los entusiastas barón De Marchi, presidente de la Sociedad Sportiva Argentina y del Ing. Jorge Newbery, cabeza del Aero Club Argentino.
Las donaciones no cesaban y en tiempo record se recaudaron grandes cantidades de dinero, que sumado al recibido por las rifas, estampillas y tarjetas postales alusivas dio acabada muestra del apoyo del pueblo argentino que con su generosidad dio el impulso y la confianza necesarias.

Así se llega al 10 de agosto de 1912 con la firma, por parte del presidente Roque Sáenz Peña del Decreto que significó la génesis de la Aviación Militar Argentina (BM 696 2º Parte); ese histórico sábado nacía la Escuela de Aviación Militar (EAM), primera unidad aérea militar del país. Fue inaugurada el 8 de setiembre, siéndole cedidos los terrenos del Potrero del Palomar, convirtiéndose inmediatamente en el organismo rector de la actividad aérea nacional, dependiente directamente del Ministerio de Guerra para asesorarlo en todas las cuestiones relacionadas con la navegación aérea.

El tiempo transcurría en la preparación de alumnos, del Ejército Nacional, de la Marina de Guerra y de otras Fuerzas Militares vecinas, se avanzaba con entusiasmo, dejando buenos hombres en el camino, mártires como Manuel Félix Origone, Jorge Newbery y tantos otros que dieron sus vidas por el progreso de la aviación, volando en raides hacia los cuatro puntos cardinales y uniendo los confines de la patria, estrechando también los lazos de amistad con naciones hermanas.

Tal fue la especialización que se requería a la Aeronáutica Militar, que sólo podía desarrollarse en la Dirección General de Ingenieros de la que dependía la actividad aérea. Con la creación del Servicio Aeronáutico del Ejército, el 21 de marzo de 1919 (BM 5294 1º Parte), se continúa evolucionando para poder suplir todas las necesidades aeronáuticas; ya no era sólo un instituto de formación, ahora la EAM pasaba a depender de este Servicio que incluía además Centros Militares de Aviación, Talleres de Aeronáutica, Parque de Material Aeronáutico y Escuadrillas Divisionarias como unidades de combate, estas últimas finalmente no llegan a concretarse pero su concepción sirvió para marcar el rumbo.

La década del `20 trae consigo un entusiasmo sin parangón que se canaliza en vuelos de la envergadura de la Doble Travesía de la Cordillera de los Andes efectuado por los capitanes Pedro Zanni y Antonio Parodi. La aviación contaba con hombres que con arrojo, tenacidad y perseverancia ofrecían todo apostando al futuro. En esta entrega, se encuentran oficiales como el teniente aviador Benjamín Matienzo que entregó su vida tratando de doblegar los picos de la otrora inconquistable Cordillera.

El constante crecimiento determina la disolución de la EAM para crear, el 1 de febrero de 1922 (BM 1602, 2º Parte), el Grupo Nº 1 de Aviación que contaría con su propia Plana Mayor, Escuadrillas de Combate, Parque de Aviones, Sección Fotográfica, Sección Entrenamiento y Talleres. Ese mismo crecimiento fue el que provocara la descentralización de los servicios de la Dirección General de Arsenales en lo que respectaba a la Dirección del Servicio Aeronáutico, en una clara muestra de necesidades logísticas propias para el ámbito de la Aviación Militar para que pudiera adquirir, fabricar, reparar, aprovisionar y poder controlar con independencia todo el material aeronáutico (BM 1774, 1º Parte – 24/08/1923). Ya el General Mosconi había expresado:
“La creación del Grupo Nº 1 de Aviación echará pues las bases de nuestra Fuerza Aérea, de la cual constituirá el primer organismo capaz de proveer, por su desdoblamiento, a las necesidades verdaderamente militares. Después de este primer paso definitivo, queda un amplio programa aeronáutico por desarrollar, que considero desde todo punto de vista esencial para conservar nuestra significación en el concierto continental y para asegurar nuestro porvenir nacional”.

El 26 de enero de 1925 vuelve a entrar en funciones la EAM (BM 1932, 2º Parte) con la misión  principal de formar pilotos militares y operarios especialistas de aviación; la actividad se iba haciendo más compleja y profesional, ya se contaba con cincuenta y cinco aeronaves organizadas en escuadrillas de Exploración, Artillería y de Caza. Dos años después por Decreto del 4 de junio de 1927 (BM 2171, 2º Parte) se crea la Dirección General de Aeronáutica (DGA) –sobre la base del Servicio Aeronáutico-, reconociéndole a la Aviación Militar un nivel superior al de cualquier Arma. Como gran repartición contaba con su propio Comando, lo que sintomáticamente significaba una autonomía fundamental para su operación y desarrollo.

Se avanzaba sobre la idea de volcar la actividad a misiones que excedieran las ya obsoletas tareas de apoyo a la artillería, en pos de una actividad aérea volcada a una visión estratégica de su desempeño; ya en 1929 el jefe de la DGA, coronel Jorge Crespo nombraba a la Aviación Militar, literalmente como “Fuerza Aérea” y la equiparaba al Ejército y a la Marina al considerarla “como tercera potencia de la Defensa Nacional. En concordancia con esto, en 1931, la DGA propone la creación de una Subsecretaría de Aeronáutica para aprovechar de manera más eficiente los elementos de aviación y organizar su empleo. La idea venía lentamente cobrando forma desde hacía un año, se había acelerado la construcción de aeronaves en la Fábrica Militar de Aviones y apenas en 1935 se instituye la Sección Aeronáutica en el Colegio Militar de la Nación para que se pudieran reclutar de manera directa sus aspirantes a oficiales (BM 3036, 2º Parte, 27/08/1935) que, junto con la sanción de la Ley 12257 (BM 3057, 2º Parte. 06/10/1935) de creación del Escalafón del Arma de Aviación del Ejército, son una clara e inequívoca muestra de identidad. Aquí se materializaban algunas de las ideas de Mosconi quien, con su espíritu innovador, creía fehacientemente en orientar la defensa nacional sobre la base de la importancia que paulatinamente iba tomando la Aviación Militar. Se estaba logrando dejar atrás la arcaica visión del medio aéreo como si fuera apenas una rama de los servicios existentes; el predominio de la Aeronáutica en los tiempos que corrían había demostrado, en la práctica, su alcance y el lugar que merecía y por el que se trabajaba.

Con la creación de la División Aérea Nº1 (Dec. 86172-BMR 973-14/07/36) todos los grupos de la Aeronáutica se organizan en Regimientos Aéreos, dándose otro importante paso con la puesta en funciones del Comando de las Fuerzas Aéreas del Ejército y su Estado Mayor, nombrándose como jefe al general de brigada Armando Verdaguer, quien tuvo bajo su mando la totalidad de los medios aéreos y de la defensa antiaérea nacional (Dec. 95812-BMR 1021-11/11/36; Dec. 99055-BM 1038-06/01/37 y Dec. 95811-12/12/36). Justamente este alto jefe militar fue quien, en el libro Aeronáutica Militar 1912-1937, publica un artículo titulado La Fuerza Aérea Argentina en donde, con su opinión, refrenda la importancia de llegar a una independencia del arma aérea:
“Por una acción decidida del PE la Aviación Militar, con la designación de Fuerzas Aéreas del Ejército, está alcanzando, por la creación de unidades operativas, su constitución como Ejército del Aire, es decir, está aproximándose a la realización de la idea de constituir la Fuerza Aérea Argentina, capaz de cooperar eficientemente en la defensa nacional, en estrecha unión con el Ejército y con la Marina de Guerra.

La Fuerza Aérea Argentina, será una realidad al finalizar el año en curso (1937): la aviación militar alcanzará el principio de su organización definitiva; las grandes unidades de aviación, robustecidas con una adecuada dotación de aviones modernos, estarán en condiciones de actuar eficientemente en la defensa nacional; será así una fuerza qué, chica o grande, tendrá la importancia que se deriva de su posible empleo… Frecuentemente se confunde a la aviación del ejército o de la marina, que es auxiliar de los comandos respectivos, erróneamente llamada de cooperación, con la fuerza aérea de la nación, la cual está constituida por su masa ofensiva y defensiva, vale decir, por la aviación de bombardeo y de caza”.

Quedaba claro que el fin último era la de preparar el terreno para que, en poco tiempo se alcanzara el máximo de autonomía, lográndosela con la creación del Comando de Aviación de Ejército, con el fin de que absolutamente toda actividad relacionada con la aviación se originara y se llevara a cabo en este ámbito (Dec. 7845-BM 1304-08/07/38).

Se llegaba así a un punto de inflexión; hacía falta una indispensable “unidad de criterio” para encarar todo lo relacionado con el espacio aéreo, tanto en el ámbito militar como en el civil. Siguiendo entonces esta premisa, en 1944, se crea el Comando en Jefe de Aeronáutica, dependiente directamente del Ministerio de Guerra, constituyéndose así la Fuerza Aérea Militar con todas las unidades aéreas que habían evolucionado desde 1912 (Dec. 3629-BMR 2113-11/02/44). Los considerandos del Decreto contemplaban, a corto plazo, el traspaso íntegro de la ahora Fuerza Aérea Militar a la Secretaría de Aeronáutica, que sería creada para terminar de darle el espacio operacional y de independencia que semejante estructura aeronáutica exigía.
Ya el jefe de la Aviación, general Jorge J. Manni había dicho en 1943:
“Aún hoy, frente a la insistente y melodramática prueba del predominio de la aviación, los mismos profesionales a la vieja usanza continúan escribiendo y hablando de la aeronáutica militar como si sólo fuera una rama de los servicios existentes, como un aditamento moderno a las fuerzas de superficie. Parecen psicológicamente incapaces de reconocer el carácter principal y primario de la aviación...”

Precisamente el ministro de guerra, coronel Juan Perón, quien conocía profundamente la importancia de la aviación, siguiendo su progreso, fue uno de los principales impulsores de su definitiva independencia. Consideraba a la Fuerza Aérea como pieza clave para la obtención del éxito en los conflictos además del reconocimiento que merecía el avión como medio de transporte y de unión. Creía necesario acercar a la población civil a una actividad que cada día tenía más influencia en la vida de la Argentina y, para encauzar todo, como coronación de todas las medidas que se habían ido tomando desde hacía años, para integrar definitivamente la actividad aeronáutica civil y militar, y ese momento llega el 4 de enero de 1945 (Dec 288-BMR 366-04/01/45–BAP 1), mediante la promulgación del Decreto 288:

“Creando la Secretaría de Aeronáutica, dependiente del Poder Ejecutivo de la Nación, e independientemente del Ejército, quedando la misma a cargo de un Secretario de Aeronáutica, que tendrá la categoría de Ministro Secretario de Estado y será integrada por la Aeronáutica Militar y los Organismos, Direcciones Generales y demás dependencias que constituían el actual Comando en Jefe de Aeronáutica, el cual cesa en sus funciones.
Disponiendo además que se transfieran a la Secretaría de Aeronáutica, los bienes materiales, fondos y créditos de toda naturaleza que tenga finalidad aeronáutica, debiendo incorporarse para lo sucesivo en el Presupuesto General de la Nación”.

foto: Claudio Pantanelli.

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